Lo primero que veremos es la versión original del año 1964 y después un homenaje que le hicieron al actor en 1999, cuando tenía 84 años.
Un regalo, una excelente reflexión sobre la vida y la muerte, porque están juntas...tal vez con el tiempo , y por qué no decir con la edad, la gente va haciéndose más sensible .... la primera versión de Quinn a los 49 años baila dejándonos una huella indescriptible y eterna, con liviandad, talento, pasión...............una explosión de sentimientos ... una vida pujando hacia todos los lados y convirtiendo en mágico un momento de bella expresión artística y varonil. ¡Realmente un espectáculo! Pero cuando vemos después, a Quinn a los 84 años reproduciendo la danza que lo consagró en la cinematografía mundial, es imposible no verse embargado por la ternura y la gratitud. Lo que hace en el escenario es poesía pura: con gracia, pasión por la vida y el deseo de retribuir a todo ese público que se ganó... Es muy emocionante pensar en lo efímera que es la vida, en las transformaciones que experimentamos a lo largo de los años y en el esfuerzo que todos hacemos para continuar nuestro camino con orgullo, dignidad y placer. Por un instante la gente se olvida de todo. Y como dice Quinn al final, "la música de Zorba es la música de la vida, y la vida es AMOR"
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